Hoy me siento nostálgico y no sé por qué. A veces la nostalgia nos hace retroceder a escenas de nuestro pasado, tal vez buenas, tal vez no, para poder recordar que nos hizo seguir cierto camino, o que nos hizo fijarnos en algo que tal vez nos marcó para siempre.
Hoy he recordado el que probablemente fue el comic que hizo que me enamorara de los mutantes de Marvel: X-Men, Dios ama, el hombre mata. Ya solo este título inspira grandeza y atrae a cualquiera a echar una mirada a lo que el gran Claremont nos quería contar en aquella ocasión y no es otra cosa que acercarnos a los fundamentos en los que se basan los X-Men. Ellos nacieron distintos y por lo tanto son odiados y temidos. Son distintos a ti, no sabes cómo se comportan, no sabes qué o cómo sienten pero todo lo que oyes de ellos es siniestro, es oscuro, son personajes misteriosos, más que personas parecen monstruos y algunos tienen ese aspecto físico (o interior).
Todo este miedo y pánico que provoca lo desconocido (o conocido) se puede resumir en una sola palabra: Racismo.
El racismo puede ser un sistema de defensa hacia lo desconocido, pero normalmente es usado como razón para odiar al que es distinto y en muchas ocasiones el racismo es usado como arma, como instrumento para que la gente siga la dirección que alguien que se las puede dar de intelectual o líder. “Debemos odiar/temer/protegernos de los mutantes pues son aberraciones de la naturaleza, seres que no han sido creados por la mano de Dios como si lo somos los humanos normales, sino por la mano del Diablo”. Estas palabras son un ejemplo del discurso que el reverendo Striker (el malo de esta historia) usa para juntar a las masas, lavarles el cerebro y que le sigan como si de un nuevo Mesías se tratara.
La grandeza de esta obra no reside en su dibujo, sucio y oscuro a tono perfecto con la historia que cuenta, en que aparezca Lobezno (hoy en día aparece en 20 sitios distintos cada mes) o en si hay batallas espectaculares contra robots gigantes. Lo que me llegó de este comic fue su primera escena, cuando dos niños que no llegarían a los 14 años huyen de unos militares contratados por Striker, los cuales ya han matado a sus padres, y cuando estos les dan alcance matan al hermano mayor y la pequeña niña de unos 12 años le pregunta llorando a su perseguidora “¿Por qué?”. Esta le mira a los ojos, levanta la pistola y le responde “Por haber nacido… BANG!!”
La verdadera lucha siempre fue contra el odio y así fue como Stan Lee ideo a estos personajes allá en los años 60, representación de las minorías, de los negros, los homosexuales, los judíos y de cualquier minoría que se sintiera como siempre se han sentido los mutantes: Ellos deben pelear el doble o más que los demás para intentar conseguir lo mismo y a veces ni eso es suficiente.
Y esto es lo que nos ofrece "Dios ama, el hombre mata" una lucha de la Patrulla-X contra algo a lo que todos deberíamos enfrentarnos, una historia que, disfraces y uniformes aparte, puede ser tan real como la vida misma.
"¡Rondador Nocturno es bueno, generoso y decente. Le has dado motivos para cambiar, excusas para convertirse en un demonio por dentro y por fuera, pero decidió que era mejor seguir siendo como era! ¡Ojalá yo fuera la mitad de persona que es él! Y si tengo que escoger entre mi amigo o creer en tu Dios ... escojo ... ¡A mi amigo!"
2 comentarios:
Un clásico que no pierde su vigencia ni la perderá mientras siga existiendo el rechazo a la 'diferencia'(Como si cada persona no fuera ya diferente de su vecino).
La polla el tebeo. Y lo tengo firmado por Anderson y Claremont en su primera edicicón de Forum..
Yo hablaré de él también dentro de poco.
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